martes, marzo 20, 2007

Amachináronse y marcharon

Ayer a las 12, hora a la que Lorenzo Da Firenze había convocado a todos los interesados en defender los olvidados derechos del sexo masculino, había en el Monumento a la Revolución una enorme afluencia de gente con pancartas, sombreros, tamborcitos y todo el kit del manifestante. ¡Muchos! Pero... oh sorpresa: no eran los de la Marcha del Hombre, sino una turba de perredistas trasnochados que nada tenían que ver con el improvisado Día Internacional del Hombre.

Detrás de los negriamarillos, rodeado de más cámaras, micrófonos y reporteros que de seguidores legítimos, estaba Da Firenze aclarando que no, que ellos no odiaban a las mujeres, y que sí, que lo que querían era llegar a una igualdad de derechos, pero que las leyes en ese sentido están formuladas mañosamente para favorecer siempre a la mujer. Decía que si un acuchillado por su esposa llega a la delegación, no lo pelan. Que ante el divorcio, el hombre pierde la mitad de su sueldo. Que la mujer siempre obtiene los beneficios de la patria potestad. Que el acoso sexual era el pretexto ideal para aprovecharse y perjuiciar a los varones. Y que ya estaba bueno de todo eso.

"Éste es el primer movimiento de esta naturaleza a nivel mundial, según tengo entedido", presumía Da Firenze. Cuando le preguntamos que si se había basado en algún libro para formar su ideología sijo que sí: en el suyo (La Conspiración Feminista, conseguible... con él).

Luego apareció el contigente, porque sí lo había: unas 150 personas reunidas como muégano, cargando pancartas sospechosamente bien hechecitas y parecidas entre sí. Como mandadas a hacer con la misma persona. ¿Sería? Un vistazo más cercano a los asistentes revelaba que todos eran preparatorianos. Y ante pregunta expresa, lo confirmaban: "sí, somos de la Voca 5, nos trajeron, bueno, nos vinimos a pie porque queda aquí cerca". Caray. "Nosotros somos del Cetis 6, y apenas un profe nos dijo y pues aquí estamos". Claro: ahora no se repetiría el oso de la marcha de hace dos años, a la que no llegaron ni 50 despistados.

Lo malo es que conforme la marcha avanzaba hacía la CNDH, los aburridos caminantes-por-compromiso se iban escapando disimuladamente por las callecitas perpendiculares a Reforma. Nunca había sido más fácil irse de pinta ni zafarse de un movimiento de lucha social.... ni crearlo.


Cobijado por uno de los monumentos más feos del DF, Da Firenze propugna los derechos del hombre.


Sonrientes machines acarreados.


"¿A qué hora nos dan nuestras tortas?"


Gesto sensual. Porque también con galanura se protesta.

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